lunes, 8 de agosto de 2011

Anécdota e__e

Recuerdo que estando yo en primaria mi bisabuelo murió, ya estaba muy mayor, tenía 89 tacos. Y el ataúd con el cadáver dentro estaba en la planta superior de la casa de mi abuela, yo quería subir para verle, no por el hecho de ver a mi bisabuelo y rezar por él o lo que se haga en esos casos, sino por el hecho de ver un cadáver... En ese momento no sentí nada, simplemente indiferencia "al fin y al cabo todo acabamos muriendo, ¿para qué hacer un drama?" pensé.
Varios años más tarde, estando ya en secundaria, fui a ver a mi tía de Río Tinto (Huelva) y decidimos dar un vuelta por el campo, en medio del campo había un cementerio, estaba abandonado, y algunos seres habían destrozado algunas tumbas, decidí adentrarme... para ver un cadáver. Y allí estaba, un cadáver, o al menos lo que quedaba de él, sólo había huesos... ¿Qué sentí? Nada, bueno, otra vez indiferencia...
Ahora que estoy en bachillerato y recuerdo estos momentos me hacen reflexionar sobre si algún familiar o amigo muy cercano muriese, ¿sentiré la misma indiferencia que en aquel entonces? Espero que con el tiempo llegue a cambiar...
¿Sentiré la misma indiferencia en mi lecho de muerte?

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